🔥 Fogata Cultural A.C.: 24 años encendiendo el amor por la lectura en colonias poblanas 📚🌱

Hoy, muchos niños pasan horas frente al celular, los videojuegos o la televisión. Y algunos padres comenzaron a ver a Fogata Cultural como una especie de “guardería”, dejando a sus hijos por largas horas o queriendo enviarlos solos a excursiones. Eso obligó a la asociación a establecer reglas claras, priorizando siempre la participación activa de madres y padres afirmó Guillermo Duran presidente de la Asociación Civil Fogata Cultural con más de 24 años de existencia.

“A pesar de estos cambios, no hemos perdido nuestros objetivos. Hoy promovemos que padres e hijos compartan actividades que fortalezcan sus lazos. Sabemos que eso se ha perdido en muchos hogares y ha traído conflictos y situaciones tristes”, lamenta Durán.

Para él, uno de los grandes problemas actuales es el abandono emocional: padres que, aunque trabajan para darles comodidades materiales a sus hijos, dejan de lado el tiempo de calidad en familia. A esto se suma el uso excesivo de dispositivos móviles y redes sociales, que distorsionan la realidad y dificultan la convivencia entre pares.

Durán hace un llamado: “Es importante que los padres busquen para sus hijos actividades que les ayuden a formar hábitos saludables, a moverse, a pensar por sí mismos, a dialogar con argumentos sólidos y no solo a seguir modas”.

Hace más de dos décadas, un grupo de niños y niñas se reunía en un terreno baldío de la colonia Tres Cruces, en Puebla. ¿Su objetivo? Leer por gusto, compartir historias y transformar su comunidad. Así nació Fogata Cultural A.C., una organización que, desde entonces, ha impulsado la lectura, la reflexión y el amor por la naturaleza entre niñas, niños y jóvenes de zonas marginadas.

“Empezamos leyendo cómics, revistas y cuentos que los mismos niños traían. Luego limpiamos y reforestamos el lugar donde nos reuníamos. Las lecturas nos inspiraban tanto, que queríamos mejorar más espacios”, recuerda Guillermo Durán, fundador y presidente.

Lo que comenzó como una pequeña reunión de lectura, se convirtió en un movimiento comunitario: plantaron árboles, escribieron sus propias historias, visitaron museos, organizaron excursiones y crearon un espacio para pensar, debatir y convivir.