Justine Hernández: la mexicana que acompaña a mujeres refugiadas en Medio Oriente

Puebla, México. – Con más de dos décadas de trabajo humanitario en Medio Oriente, la mexicana Justine Hernández, coordinadora de la Mesa de Trabajo de Cuidado de Niños de Tercera Cultura y activista en apoyo a mujeres refugiadas sirias, compartió en entrevista la compleja realidad que enfrentan las familias desplazadas en naciones como Jordania, país que concentra alrededor del 33% de su población en condición de refugio.

Hernández explicó que la mayoría de las mujeres refugiadas con las que trabaja son viudas, lo que las coloca en una situación de extrema vulnerabilidad debido a factores culturales, religiosos y sociales. “Las viudas llevan las de perder mucho más. Muchas terminan pidiendo dinero en la calle, prostituyéndose o incluso cayendo en redes de trata”, señaló.

Su labor se centra en brindar herramientas para que las mujeres alcancen la autosuficiencia. A través de talleres de manualidades, bordado y costura, se busca que ellas generen ingresos propios. “No se trata solo de dar ayuda, sino de enseñarles a ser autosustentables. Algunas de las piezas que producen ya se venden en México y las ganancias se envían directamente a las familias”, explicó.

La activista denunció también la disminución del apoyo internacional a refugiados en Jordania. Según dijo, la ayuda canalizada a través de organismos como ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, se ha reducido drásticamente, obligando a muchas familias sirias a regresar sin nada a su país de origen. “Es una situación caótica: entran palestinos, pero salen sirios porque ya no reciben el apoyo que antes llegaba”, advirtió.

Hernández subrayó además la complejidad de convivir en un entorno marcado por fuertes restricciones hacia las mujeres. Desde la vestimenta obligada por normas religiosas hasta los llamados crímenes de honor, recordó que la desigualdad de género sigue siendo uno de los mayores desafíos en la región.

A pesar de ello, destacó la hospitalidad de la sociedad jordana y la importancia de mantener vivas las costumbres de cada comunidad refugiada. “Ellos se llevan su cultura a donde van, y esa identidad es lo que les permite resistir y conservar esperanza”, afirmó.

Consciente de los riesgos y las dificultades, Justine Hernández reafirmó su compromiso de continuar con este trabajo humanitario: “Aunque vamos despacio, cada mujer que logra romper el círculo de miseria impacta en toda una generación”.